El 11-12% de la población española (unos 4 millones de personas) podría tener diabetes tipo 2 y obesidad o sobrepeso, más conocida esta situación por diabesidad, según estimaciones de los expertos reunidos en el 1er Congreso Virtual de Diabesidad tras cruzar las diferentes estadísticas sobre la prevalencia de ambas patologías. Este Congreso está organizado por la Sociedad Española de Diabetes (SED), la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), con la colaboración de Novo Nordisk.
La evidencia científica actualmente disponible apunta a que, por separado, cada una de las dos patologías es factor de riesgo de complicaciones en pacientes con enfermedad por COVID-19, por lo que la combinación de ambas, lo que se conoce como diabesidad, implicaría un peor pronóstico y un difícil manejo en caso de contagio. Por ello, los expertos han puesto de manifiesto la importancia de que la prevención de la diabetes tipo 2, la de la obesidad y el adecuado abordaje en caso de padecer una o las dos formen parte de las estrategias frente al coronavirus.
En este contexto, Irene Bretón, presidenta de la SEEN, insiste en que “la obesidad es una enfermedad que no siempre se considera como tal o no se reconoce su importancia, tanto en las administraciones como por parte de la ciudadanía. No se ve como una enfermedad devastadora, que aumenta el riesgo de mortalidad y da lugar a múltiples complicaciones, además de un deterioro evidente de la calidad de vida. Hay estudios que observan que las personas con formas graves de obesidad pueden perder entre 10 y 12 años de vida”.
La diabesidad no solo es un problema de adultos
Asimismo, el doctor Francisco Tinahones, presidente de la SEEDO, incide en que la obesidad no es sólo un problema de los adultos. “Cada vez es más frecuente en la población infantil y juvenil. Estamos viendo adolescentes obesos con diabetes tipo 2, algo impensable hace años». Por su parte, Antonio Pérez, presidente de la SED, pone el acento en recordar que, la obesidad, sobre todo la obesidad abdominal, constituye el principal factor para el desarrollo de la diabetes tipo 2 en los sujetos genéticamente predispuestos, y la prevención de la obesidad representa la principal medida en la reducción de la incidencia de la diabetes tipo 2. A pesar de todo, frecuentemente la obesidad no se considera una enfermedad y una de cada dos personas con diabetes está sin diagnosticar”.
Y en lo que estas tres Sociedades coinciden es en que “es necesario profundizar en la epidemiología y fisiopatología de esta enfermedad para poner en marcha medidas destinadas a su abordaje integral mediante la prevención y el tratamiento, creando protocolos de actuación, guías de práctica clínica y, en definitiva, que las autoridades sanitarias pongan en marcha planes estratégicos efectivos”.
En esta misma línea, el doctor Francisco Pajuelo, director médico de Novo Nordisk, reconoce que “después de 100 años trabajando e innovando en el ámbito de la diabetes, la evolución natural de nuestra compañía era encontrar soluciones óptimas para el tratamiento de la obesidad, como una de las principales comorbilidades de la diabetes. Y así, hoy en día nuestro objetivo es mejorar el abordaje de ambas mediante opciones terapéuticas, instrumentos y programas de apoyo que son el resultado de haber escuchado y aprendido de las personas que las padecen y quienes les atienden”.
Cambio de hábitos
Entre las numerosas complicaciones en las que puede derivar la diabesidad se encuentran las de origen cardiovascular. “Por eso, es importante prevenirla y con ello el desarrollo de diabetes tipo 2, la cual también incrementa el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular”, afirma el doctor Antonio Pérez. En concreto, las personas con diabetes tipo 2 tienen hasta tres veces más riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular que las personas sin diabetes1.
Esto se debe a que la diabetes es una enfermedad metabólica que tiene una relación directa con la enfermedad cardiovascular lo que convierte a esta, la enfermedad cardiovascular, en la principal causa de muerte de las personas con diabetes2. “Es decir, la obesidad no es un problema estético. La misma empeora la calidad de vida y provoca numerosas patologías, entre ellas la diabetes”, incide el doctor Tinahones.
En estos casos, junto al tratamiento, la dieta y el ejercicio son otros de los pilares básicos. Aunque estos expertos reconocen la dificultad para conseguir cambiar el estilo de vida del paciente y seguir el tratamiento. Y en cuanto a los hábitos nutricionales la doctora Irene Bretón explica que, “hay que aprender a comer mejor, no es sólo cuestión de comer menos. Tenemos que adaptar las calorías que ingerimos a lo que vamos a gastar y mejorar la calidad nutricional de nuestra alimentación, en base a la dieta mediterránea. Es el patrón dietético que ofrece más beneficios, pero siempre estableciendo objetivos individualizados”.
Aunque también muy importante es el ejercicio físico. Sobre este el doctor Tinahones matiza que “el mismo dependerá de la edad, el nivel de entrenamiento físico y la existencia de otras patologías. Para la mayoría de los adultos se recomiendan 150 min o más de actividad física de intensidad de moderada a fuerte por semana, distribuida en al menos 3 días/semana y ejercicios de fuerza”.
Los expertos ponen el énfasis en que cuando la obesidad se trata, las enfermedades asociadas a la misma, como la diabetes tipo 2, desaparecen. Por tanto, “evitando el exceso de peso se pueden prevenir más del 50% de los casos de diabetes tipo 2”.
Hacia la medicina de precisión
Si con las modificaciones en el estilo de vida y el ejercicio físico no se consiguen los objetivos marcados, hay que comenzar el tratamiento farmacológico. En palabras de estos profesionales, es importante buscar alternativas de tratamiento adaptadas a la vida de cada paciente. Y en la actualidad, los expertos aseguran que la “la diabesidad nos exige una visión holística que considera desde los factores ambientales a los genéticos, según nos dirigimos hacia un futuro marcado por la medicina de precisión. La misma nos permitirá indicar el tratamiento adecuado, en el paciente adecuado y en el momento adecuado”.
No obstante, todos destacan la necesidad de invertir más tiempo en la educación del paciente y la investigación. “Es una labor de todos, profesionales y personas con obesidad y diabetes, mejorar la adherencia a los tratamientos, y para esto debemos emplear más tiempo en explicar los beneficios y cómo logarlos. Y la apuesta por la investigación debe ser fundamental ya que los nuevos tratamientos avanzan en función del conocimiento que se adquiere en la patogenia de estas patologías”, concluyen.
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