Para ser sinceros, la cebolla no tiene muchos defensores, de hecho mucha gente no soporta su olor y de todos es sabido lo mal que lo pasan nuestros ojos cuando tenemos que cortarla o prepararla para cocinar. Sin embargo sus propiedades son muy beneficiosas para la salud y dejan estas incomodidades en un evidente segundo plano.
La cebolla no es un alimento que los pacientes con diabetes tengan muy presente, sin embargo sus propiedades mejoran nuestra salud en global, y eso sin duda mejora el control de nuestra diabetes. Según una investigación realizada en Milán por el Instituto de Farmacología Mario Negri, los individuos que consumen al menos una cebolla cada semana pueden reducir las probabilidades de desarrollar cáncer un 14%. Según ese mismo estudio, el consumo de dos cebollas semanales es suficiente para disminuir en un 56% el riesgo de cáncer de laringe, 43% de ovarios, 25% de riñones. Si se come una cebolla diaria, se está reduciendo en un 88% el desarrollo de cáncer de boca.
La cebolla dificulta la acción de bacterias incluso las que causan problemas gástricos y caries en los dientes, actúa contra hongos que provocan micosis, suaviza síntomas de asma, reduce inflamaciones y riesgo trombosis y arteroesclerosis.
Según otro trabajo realizado por el Ministerio de Agricultura de Australia, los cerdos con dieta rica en grasas redujeron sus niveles de triglicéridos en 15% cuando añadida la cebolla a su alimentación. Es decir y extrapolando esos datos, una dieta rica en grasas podría reducir su impacto con la introducción de la cebolla en un porcentaje determinado.
Los nutrientes de la cebolla son el calcio, el fósforo, magnesio, hierro, potasio, zinc, cobre, manganeso, vitaminas complejo B y C. Lo ideal es consumir cebolla cruda ya que la cocción o fritura destruye sus compuestos beneficiosos y nutrientes.
Sin duda, la cebolla, es un alimento a tener en cuenta para nuestra salud.