La obesidad debería ser reconocida como enfermedad crónica en nuestro país. Esta es la principal conclusión del “Estudio sobre la obesidad en España y sus consecuencias”, elaborado por la Fundación Gaspar Casal, con la colaboración de la compañía de cuidados sanitarios Novo Nordisk y presentado hoy en Madrid.

El estudio completo se puede descargar aquí: https://we.tl/t-w72LVGx4CU

El estudio, que ha revisado la literatura científica sobre la obesidad y una amplia variedad de informes sobre su abordaje en España, revela una tendencia al alza de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad: más del 37% de los españoles mayores de 18 años y el 18% de los menores presentan sobrepeso y el 17,4% y el 10%, respectivamente, obesidad2.

Este mediodía hemos podido hablar con la investigadora Alicia Corduras quien nos ha aportado una visión global de la obesidad. Una entrevista que no tiene desperdicio.

A nivel internacional, la obesidad es una enfermedad, pues ya está reconocida como tal por la Organización Mundial de la Salud (OMS)1 en su Catálogo Internacional de Enfermedades. Este organismo, además, le otorga la consideración de pandemia: más de 650 millones de personas la padecen, lo que supone el 13% de los adultos de la población mundial3.

“Reconocer la obesidad como una enfermedad crónica con severas complicaciones y no como un estilo de vida elegido puede ayudar a reducir el estigma y la discriminación que sufren muchas personas con obesidad”, explica Juan del Llano, director de la Fundación Gaspar Casal.

A este respecto, Alicia Corduras, investigadora asociada de la Fundación Gaspar Casal y coautora del estudio, comenta que, “en la actualidad, la prevalencia del sobrepeso y la obesidad en España supera ya a la de otras patologías, como la insuficiencia cardiaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC o las enfermedades cerebrovasculares. Sin embargo, a diferencias de éstas, al no estar catalogada como enfermedad, la atención a quienes la padecen se ve perjudicada”.

El “Estudio sobre la obesidad en España y sus consecuencias” explica que su reconocimiento como enfermedad permitiría abordarla mediante estrategias farmacológicas y quirúrgicas eficaces y seguras. Además, reducir su prevalencia conllevaría, a su vez, una reducción en el desarrollo de enfermedades asociadas a ella, como la diabetes tipo 2, cuyo tratamiento farmacológico está cubierto mayoritariamente por la sanidad pública.

“La obesidad y la desnutrición son, irónicamente, los problemas nutricionales más frecuentes en el mundo y representan un reto para la salud pública, tanto por su asociación con el desarrollo de otras enfermedades crónicas como por la consiguiente carga de éstas en la sostenibilidad de los sistemas nacionales de salud”, afirma Juan del Llano.

“El compromiso de Novo Nordisk con el abordaje de la obesidad pasa por aumentar la concienciación sobre esta patología, sus causas y sus consecuencias -apunta Olga Espallardo, directora de Relaciones Institucionales de Novo Nordisk-. La repercusión individual, familiar y social de la obesidad es muy alta, por lo que confiamos en que estudios como el que hoy presentamos pongan de manifiesto la importancia de abordarla de la forma más eficaz y segura para los pacientes y de considerarla exclusivamente desde el punto de vista médico, sin estigmatizarla socialmente”.

Consecución de la Triple Meta

Otro de los puntos clave del estudio es la falta de una estrategia nacional para el abordaje de la obesidad. En nuestro país, cada comunidad autónoma sigue sus propias directrices y protocolos en el tratamiento y el seguimiento regular de los pacientes, que no asignan la atención por niveles de Atención Primaria y Atención Especializada de forma estructurada.

Aplicando a la obesidad el marco teórico Triple Meta, que persigue el diseño de los sistemas de salud con tres objetivos -mejorar la experiencia de cuidado del paciente, mejorar la salud de las poblaciones y reducir el coste per cápita de la atención sanitaria–, el informe advierte de la necesidad de crear unidades multidisciplinares para estudiar el caso individual de cada paciente desde todos los ángulos posibles y clasificarlo para su derivación, si es necesaria, a los especialistas adecuados.

Trabajar en concienciación

Otro de los aspectos que revela el informe es la necesidad de continuar trabajando en la concienciación de la población respecto a la obesidad. “A pesar de que los programas que existen son muchos y buenos -explica Alicia Corduras-, la sociedad en su conjunto no termina de asumir sus mensajes, sobrepasada muchas veces por las circunstancias: no poder comer en casa o comprar en lugares donde vendan productos frescos, no encontrar tiempo para hacer ejercicio, etc.”.

También en materia de concienciación, una de las conclusiones del estudio destaca la importancia de prestar especial atención a “la eliminación del concepto de persona con obesidad pero sana, ya que, aunque esta persona pueda ser metabólicamente sana, ni hay garantías de que su situación no evolucione a peor ni se pueden eliminar los efectos que produce la obesidad en sus articulaciones y otras partes del cuerpo”.

Vía progresiva de financiación

El aumento de la prevalencia de la obesidad constituye un problema de salud pública de enormes consecuencias económicas para los sistemas sanitarios. En España, según informa un reciente estudio del IMIM, el sobrecoste actual para el Sistema Nacional de Salud que generan los problemas de salud relacionados con la obesidad alcanza ya los 2.000 millones de euros. Además, se estima que para 2030 este podría superar los 3.000 millones4.

De acuerdo con el grupo de expertos que han asesorado a los autores del informe, deberían realizarse estudios que evalúen la eficacia de los tratamientos farmacológicos disponibles para la obesidad e iniciar, a continuación, una vía progresiva de financiación de los mismos junto con la implantación de un sistema de atención desde Atención Primaria. “Una buena estrategia -concluye Juan del Llano- sería estimar la reducción del coste en fármacos para el tratamiento de enfermedades asociadas a la obesidad, como la diabetes tipo 2, que compensaría esa financiación progresiva de sus propios tratamientos”.