La adolescencia representa un desafío para cualquier niño por los cambios hormonales, sexuales y emocionales a los que se enfrenta. “Es un periodo de negación de la enfermedad. El adolescente trata de encajar y ser aceptado por sus compañeros y el hecho de tener diabetes puede hacerle sentir diferente al resto. En la adolescencia con diabetes uno tiene que administrarse insulina, hacerse controles, etc., situación que se da con frecuencia y le lleva a ocultar su diabetes para evitar sentirse distinto, con los riesgos que esto puede suponer”, explica Olga Sanz, psicóloga clínica experta en diabetes.
Son cambios que viven con especial incertidumbre los padres, como advierte Juan Manuel Gómez Moreno, presidente de la Asociación Diabetes Madrid. Según su propia experiencia, “acuden a nosotros con muchas dudas, miedo al día a día de la diabetes, al futuro de sus hijos y, en definitiva, miedo al cambio que la diabetes pueda llevar en la vida familiar”.
Un 90% de los niños con diabetes tiene diabetes tipo 1. Y sólo en nuestro país se diagnostican al año unos 1.200 casos en menores de 15 años, estimándose que existen alrededor de 29.000 diagnosticados. Ante sus necesidades, y la falta de psicólogos en la Unidad Pediátrica de Diabetes de los Hospitales, la Asociación ha puesto en marcha la Campaña “Mi hij@, la diabetes y yo”.
Gracias a ella, y con el apoyo de Salud Madrid y Novo Nordisk, profesionales como Olga Sanz y Gema José Moreno imparten charlas gratuitas de psicología para padres en centros hospitalarios.
Aunque los niños que tienen diabetes desde la infancia han ido aprendiendo a vivir con su enfermedad y a ser responsables, la adolescencia con diabetes siempre supone un cambio. Así lo asegura Olga Sanz: “Por esta razón, no difieren mucho los problemas entre el adolescente al que se le diagnostica diabetes y el adolescente que ya la tenía”.
En la adolescencia con diabetes se sienten invulnerables, creen que nunca les va a pasar nada malo, además de que para ellos el futuro no existe, es el “aquí y ahora”. “Características que entran en conflicto directo con la diabetes ya que ésta exige un control sobre lo que bebes, comes, ya que si no lo haces puede tener graves consecuencias en el futuro”, indica la psicóloga clínica.
Por tanto, manejar la adolescencia con diabetes es una tarea complicada tanto para los padres como para el adolescente. ”Pero la motivación es clave para que siga aprendiendo sobre su diabetes y quiera llevar un buen control, haciéndole ver que si se cuida podrá hacer lo mismo que sus compañeros”, afirma Juan Manuel Gómez Moreno, presidente de la Asociación Diabetes Madrid.
Apoyo familiar
En la adolescencia se produce un cambio en la forma de pensar y entender la vida. Y respecto a la diabetes también surgen preguntas y temores como ¿Me querrán a pesar de tener diabetes?, ¿Cómo decírselo a mis amigos? o ¿Qué hago si quiero beber?
Así que, es muy importante trasmitirle que si lo que quiere es precisamente ser como los demás, lo más importante es que siga cuidando la diabetes para poder realizar las mismas actividades que el resto sin correr riesgos. “Y no es fácil”, incide Olga Sanz. “Pero los padres son su mayor referente y tienen que favorecer su autoestima y hacer que se sientan valorados y escuchados. La comunicación es imprescindible y no debe centrarse sólo en la diabetes”.
De todos estos aspectos forman e informan a los padres en las Asociaciones y los niños también encuentran un gran apoyo. “Por ejemplo, el grupo de jóvenes les da la oportunidad de compartir dudas y experiencias con adolescentes con sus mismas inquietudes sobre la diabetes, así como de aprender en las actividades de ocio-formación y a controlar la glucemia en situaciones de estrés, al practicar ejercicio, entre otras. Hay que motivarles para que la diabetes no sea un impedimento en su vida”, recuerda Juan Manuel Gómez.