Uno de los mejores recursos disponibles actualmente frente a la diabetes, una enfermedad que ya afecta a más de 5 millones de personas en España, se sustenta en algo tan básico, conocido, eficaz, seguro y barato como el ejercicio físico regular y adecuado a las características de cada persona.

En el transcurso del XXXIII Congreso de la Sociedad Española de Diabetes (SED), que se celebra en Las Palmas de Gran Canaria, se han previsto varias sesiones y conferencias que tienen como eje argumental el ejercicio físico.

Ejercicio y dieta adecuada, la clave del éxito

“Varios ensayos clínicos de larga duración y excelente calidad han demostrado de forma contundente que el ejercicio regular puede prevenir la aparición de la diabetes o retrasar su debut, así como hacer que cuando aparezca siga una evolución con menos comorbilidades y complicaciones (se asocia a una menor incidencia de complicaciones microvasculares, sobre todo en mujeres)”, afirma el Prof. López Calbet, quien subraya que “este efecto preventivo del ejercicio es aún superior si se acompaña de una dieta adecuada”. Pero, además, “a muy largo plazo, el ejercicio físico regular y pautado se asocia a menor mortalidad por causa cardiovascular y mejor calidad de vida, y disminuye la mortalidad por cualquier causa en pacientes con DM2.

El listado de beneficios que ofrece el ejercicio físico es especialmente intenso y extenso en las personas con diabetes. Tal y como enumera López Calbet, permite disminuir las necesidades de insulina o de otros tratamientos farmacológicos para el control de la glucemia, puede mejorar el control glicémico, ayuda a mantener la masa ósea, el estado de ánimo y la funcionalidad motora”. Pero, además, el ejercicio tiene, además, efectos antioxidantes, antiinflamatorios, contribuye a mejorar la función endotelial, disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejora el perfil lipídico, reduce la incidencia de enfermedades neurodegenerativas, mejora la función inmune y puede disminuir en hasta un tercio el riesgo de desarrollar un cáncer, entre otros beneficios.

Por eso, como recomendación fundamental, todos los pacientes con intolerancia a los hidratos de carbono y diabetes mellitus tipo 2, en los que no exista contraindicación médica, deben incorporar la práctica casi diaria de ejercicio de intensidad moderada para mejorar el control de la diabetes, disminuir sus complicaciones, mejorar la calidad de vida y atenuar la mortalidad asociada a la diabetes”.

Pautas a seguir

¿Y quién debe ser el responsable de establecer estas pautas personalizadas de ejercicio? Para el experto en Fisiología, “el que sepa cómo hacerlo, el que tenga experiencia”. No obstante, matiza, “la ayuda de profesionales del ámbito de las Ciencias del Deporte o de la Fisioterapia, especialmente si han realizado algún Máster en Actividad Física para la Salud o similar, podría tener un gran impacto”. De lo que se trata, explica, “es de generar un ambiente propicio y actividades con un componente lúdico o de entrenamiento que faciliten la adherencia, y en esto los profesionales de las Ciencias del Deporte son los mejores; además, estos profesionales saben cómo adecuar las cargas del ejercicio y controlar sus efectos, y cómo programar ejercicios acordes a los principios que rigen el entrenamiento deportivo”.

En general, las personas que han sido deportistas en algunas fases de su vida son las que mejor se adaptan a seguir un programa de ejercicio pautado por indicación médica. Sin embargo, para el Prof. José A. López Calbet“lo ideal es crear el hábito del ejercicio en los niños y crear las condiciones para que la población general mantenga un estilo de vida activo a lo largo de la vida”; de hecho, asegura, “la prevención de la diabetes mellitus tipo 2 empieza en la edad escolar y se extiende a lo largo de la vida”.

En adultos, se recomienda al menos 150 minutos de ejercicio por semana a intensidad moderada, y en personas mayores se deben añadir 2 sesiones semanales de ejercicios para mejorar la fuerza. “El conocimiento fisiológico indica que lo ideal es que los pacientes hagan ejercicios aeróbicos, como caminar, trotar, pedalear, nadar,…al menos cinco días a la semana, y aún mejor si es cada día; en algunos pacientes, se podría añadir ejercicio de más intensidad (por ejemplo, el ejercicio interválico de alta intensidad puede facilitar el control glicémico)”, aconseja el ponente, quien subraya “la importancia de buscar modalidades de ejercicio que sean entretenidas y del agrado de los pacientes”.