Artículo escrito por la Dra. Patricia Enes

La luna de miel o fase de remisión es un periodo relativamente frecuente entre las personas con un diagnóstico reciente de diabetes de tipo 1, y que se inicia semanas después de haber comenzado el tratamiento con insulina.

Se trata de una fase durante la cual los niveles de glucosa se mantienen dentro de los rangos adecuados con muy poca o sin necesidad de insulina. Esto puede generar la falsa impresión de que la diabetes va a desaparecer.

El periodo de remisión, se define internacionalmente con una nueva fórmula, que tiene en cuenta no sólo la dosis de insulina sino también el valor de la hemoglobina glicosilada. Según esta fórmula se está en periodo de remisión si es resultado es inferior a 9:
HbA1c (%) + [(4 x dosis total de insulina del día (UI/k/día)]

La duración de esta fase es muy variable. Hay casos en los que no llega a producirse, (niños muy pequeños) y otras ocasiones en las que se alarga durante periodos más extensos.

No obstante, lo importante es saber que es posible influir positivamente en su prolongación, lo cual va a tener un impacto muy positivo en el control de la diabetes y en el riesgo de las complicaciones.

Por desgracia, la manera habitual de tratar la diabetes, en muchas ocasiones, lleva a un control no adecuado en este periodo tan importante, único para conseguir buenos resultados en el futuro.

La luna de miel no es una “etapa de transición tranquila”

A lo largo de este periodo, las necesidades de insulina se reducen drásticamente y excepcionalmente incluso se puede prescindir de ella. Sin embargo, en muchos casos esta práctica es no es adecuada ya que existen periodos de hiperglucemia transitoria no bien valorados. En otros casos se llega incluso a adoptar una actitud más transigente con la alimentación.

Esta fase suele considerarse como una especie de “etapa de transición”, en la que se incorporan hábitos del cuidado de la diabetes de una forma más distendida. Eso es un grave error.

La luna de miel es un periodo crítico para la evolución de la diabetes

El correcto tratamiento de la diabetes durante el periodo de luna de miel es tan crítico, que el enfoque que se adopte durante esta etapa influye drásticamente en la salud a largo plazo:

En primer lugar, si la luna de miel no se supervisa y trata correctamente, puede acortarse radicalmente.
Sin embargo, si se trata de la forma adecuada, no sólo se logra alargar su duración; también se puede modificar la evolución posterior de la diabetes.

La reducción de las necesidades de insulina se debe a que, tras el control inicial de la hiperglucemia, las células beta del páncreas recuperan en parte su capacidad de producir insulina a la vez que aumenta la sensibilidad a la misma, al desaparecer el efecto tóxico de la hiperglucemia.

Aunque no es posible revertir la diabetes de tipo 1, sí es factible conservar esta reserva pancreática durante más tiempo.

La forma más eficiente de hacerlo es evitar que dichas células beta tengan que trabajar, para lo cual se ha de suministrar insulina externamente cuando se precise, aunque el requerimiento sea mínimo.
Evidentemente, las dosis se han de reducir considerablemente, para prevenir hipoglucemias. Sin embargo, eso no debe ser una excusa para reducir en exceso el aporte de insulina o descuidar cuestiones tan fundamentales como la alimentación o la realización de ejercicio.

La luna de miel requiere monitorización continua

Al contrario de lo que se suele recomendar, el periodo de remisión exige una considerable atención; es decir, una monitorización continua de la glucosa, así como un estricto control de la alimentación y ejercicio, para evitar, a su vez, la hiperglucemia.

De hecho, la hiperglucemia es un signo evidente de que se está forzando la participación de las mencionadas células beta y, por tanto, estamos contribuyendo a destruir la reserva pancreática.

Esta pérdida de la protección que aporta la reserva pancreática, lleva a su vez, a un incremento en las probabilidades de sufrir hipoglucemias graves y complicaciones crónicas a largo plazo.

Lamentablemente, lo habitual es recomendar a los pacientes mantener una dieta con cantidades fijas de hidratos de carbono y disminuir los controles de glucemia, lo que lleva a realizarlos “de vez en cuando”. Sólo cuando las hiperglucemias se vuelven muy evidentes y el daño ya es irreparable, es cuando se comienza a administrar adecuadamente la insulina de nuevo.

Este enfoque tan simplista puede resultar cómodo tanto para los profesionales, como para el paciente, pero tendrá consecuencias negativas para la persona con diabetes.

¿Por qué la luna de miel no es tratada adecuadamente?

Llegados a este punto, es muy probable que te hagas esta pregunta.
En mi opinión, la respuesta es que gran parte de la comunidad médica no valora adecuadamente el verdadero impacto de la luna de miel en la evolución de la diabetes. No obstante, también hay otro factor a tener en cuenta. Tratar la diabetes durante esta fase implica que tanto el paciente como el equipo diabetológico deben prestar mucha atención. Hay que enfatizar la importancia de la monitorización continua de la glucosa, calcular y ajustar con precisión las dosis de insulina para prevenir hiper e hipoglucemias, reconsiderar la alimentación e incorporar el ejercicio diario planificado. Por lo tanto, también en este periodo, el paciente necesita supervisión estrecha.

Lo que no tiene sentido es desaprovechar la oportunidad única que nos brinda este periodo de mejorar la evolución de la diabetes. Y, sin embargo, en la mayor parte de los casos se convierte en una oportunidad desperdiciada.

Confío y deseo que esta información contribuya a aportar luz a cómo se debe enfocar el periodo de luna de miel, y mejorar el porvenir de las personas con diabetes. Si te ha resultado útil y crees que puede interesar a tus contactos y amistades, por favor, comparte este artículo en las redes sociales.