Entre las promesas más sugerentes que ofrece la tecnología aplicada a la diabetes se encuentran los sistemas de asa cerrada o páncreas artificial. Sobre estos aspectos giró la conferencia de Jorge Bondia Company, ingeniero y catedrático de la Universidat Politècnica de València (UPV), quien abordó en su conferencia dentro del Congreso nacional de la SED, el concepto de control de asa cerrada versus asa abierta y el cambio de paradigma que ello supone, así como explicó los sistemas de páncreas artificial híbridos y sus desafíos, y las diferentes tendencias que existen encaminadas a la eliminación o reducción de la intervención del paciente, que dará lugar a las siguientes generaciones de sistemas.
Los sistemas de asa cerrada, en lugar de presuponer un comportamiento dado del paciente y pre-programar la infusión de insulina basal, efectúan una computación cada 5 minutos a partir de la desviación de la glucosa medida respecto a un objetivo dado, es decir, se realimenta la información (se cierra el asa). Así, como describe el ingeniero de la UPV, “el sistema puede hacer frente mejor a la variabilidad del comportamiento y el efecto, por ejemplo, de una comida (ya que se mide la respuesta y se corrige de forma continua, a diferencia de una bomba de insulina estándar)”.
Los progresos en este ámbito han permitido el desarrollo de sistemas de asa cerrada híbridos, que “realmente son sistemas de páncreas artificial”. A pesar de necesitar información de la ingesta para administrar un bolo en las comidas (acción de “prealimentación”), la tasa basal de insulina es una acción de “realimentación” (se computa a partir de la medida continua de glucosa, que es lo que define a un páncreas artificial). Otra cosa, como matiza el Prof. Bondia, “son las expectativas que el término de páncreas artificial puede generar en los pacientes, que desean una total automatización sin necesidad de intervención en las ingestas”; en cualquier caso, asegura, “se va hacia esa dirección”.
Actualmente se está trabajando en nuevos sistemas que permitan reducir la intervención del paciente. “El objetivo principal es eliminar la necesidad de contar hidratos”, apunta este investigador, quien asegura que “es un problema complejo, dado que implica la detección de ingestas con la rapidez suficiente como para poder actuar a tiempo y, además, sin detecciones erróneas que puedan inducir un riesgo para el paciente si se actúa cuando no toca”. A su juicio, “disminuir la intervención del paciente va a conseguirse a costa de aumentar la complejidad algorítmica y, posiblemente, farmacológica (con sistemas que van más allá de la insulina)”.
En cualquier caso, como concluye el Prof. Bondia, “no cabe duda que los sistemas de asa cerrada suponen un salto tecnológico importante y nos obligan a pensar diferente”. En estos momentos, hay una gran variedad de sistemas, de complejidad diversa y cada uno diferente del resto, lo que “va a requerir un importante esfuerzo en formación por parte de todos”. En el caso concreto de los sistemas híbridos, el experto de la UPV aclara que “son sólo la primera generación de sistemas y aún resultan imperfectos, pero ofrecen ya importantes mejoras del control glucémico”.