La información que hoy publica Canal Diabetes vuelve a tener en el punto de mira a la flora intestinal, es decir al conjunto de bacterias que viven en el intestino, en una relación de simbiosis tanto de tipo comensal como de mutualismo. La gran mayoría de estas bacterias no son dañinas para la salud, y muchas son beneficiosas. Se calcula que el ser humano tiene en su interior unas 2.000 especies bacterianas diferentes, de las cuales solamente 100 pueden llegar a ser perjudiciales.

Investigadores franceses han descubierto que la flora intestinal puede ejercer un efecto protector frente al desarrollo de la diabetes tipo 1, al igual que sucede con otras enfermedades, según los resultados de un trabajo en ratones publicado en la revista Immunity‘. El trabajo ha sido liderado por científicos del Institut National de la Santé et de la Recherche Médicale (Inserm), la Universidad París Descartes y el Centro Francés de Investigación Científica (CNRS, en sus siglas en francés).

El sistema inmune ha desarrollado diversos mecanismos para detectar, defenderse e incluso destruir los microorganismos perjudiciales para el organismo, entre los cuales se incluyen péptidos antimicrobianos naturales y proteínas que atacan a las bacterias alterando su membrana celular.

En este caso, los autores se centraron en un subtipo de péptidos antimicrobianos, las catelicidinas, que además de su función protectora también han mostrado habilidades inmunorreguladoras frente a varias enfermedades autoinmunes. Así, barajaron la hipótesis de que podían estar implicadas en el control de la diabetes tipo 1, una enfermedad en la que algunas células del sistema inmune atacan a las células del páncreas encargadas de segregar insulina.

En un estudio en ratones, observaron que las células pancreáticas beta en roedores no enfermos producen catelicidinas y que, de forma sorprendente, esta producción se ve alterada en ratones diabéticos, y ellas se encuentran en la flora intestinal.

El siguiente paso fue inyectar catelicidinas en ratones diabéticos en los que su producción era deficiente, y vieron como lograba «inhibir el desarrollo de la inflamación pancreática y, como consecuencia, suprimir el desarrollo de enfermedad autoinmune», ha explicado Julien Diana, autora del estudio.  Teniendo en cuenta que la producción de catelicidinas está controlada por los ácidos grasos de cadena corta producidos por las bacterias del intestino presentes en la flora intestinal, Diana y su equipo creen que esto podría ser la causa de la deficiencia de catelicidina asociada con la diabetes.

De hecho, los investigadores han observado que los ratones diabéticos tienen un menor nivel de ácidos grasos de cadena corta que los ratones sanos. De hecho, mediante la transferencia de parte de las bacterias intestinales de los ratones sanos a ratones diabéticos lograron restablecer los niveles normales catelidicina.

«Esta investigación es una prueba más del papel que juega la flora intestinal en las enfermedades autoinmunes, sobre todo para controlar su desarrollo», ha explicado esta experta, convencida de que puede existir un mecanismo similar en humanos que allane el camino a nuevas terapias frente a la diabetes tipo 1.